La arquitectura de Canencia o Miraflores de la Sierra, pueblos limítrofes a la zona objeto de análisis, es una buena muestra de la adaptación de las construcciones al medio, producto fundamentalmente de las condiciones geográficas y climáticas.
Esta adaptación se refleja principalmente en el uso de materiales propios de la zona, como granito, gneis, piedra berroqueña y maderas de pino y roble, especialmente en construcciones tradicionales como viviendas rurales y urbanas, molinos y puentes.
Mientras que el gneis y el granito son frecuentemente utilizados en los muros de carga, la mampostería de las fachadas y para enmarcar y reforzar puertas, ventanas y esquinas angulares de las construcciones, la piedra berroqueña es empleada en las muelas de los molinos y en la construcción de puentes, en forma de bolos y lajas.
Por su parte, las maderas de pino y roble se usan para la fabricación de vigas y estructuras sobre las que se disponen techos y tejados.
Otros elementos arquitectónicos responden a las condiciones climáticas del lugar, como el número de vanos y el tamaño de los mismos, por lo general escasos y de dimensiones reducidas.
También las villas de Miraflores, la mayoría situadas en la carretera de Rascafría, sirven para poner en relación el clima de la zona y la arquitectura, pues se trata de construcciones que la burguesía de Madrid utilizaba como segunda residencia, atraídos, entre otros motivos, por el buen clima del estío.
Además, la organización interna de las viviendas rurales refleja el modo de vida tradicional de estos pueblos, en las que la planta baja se destinaba a las dependencias agropecuarias (cuadras, almacenes,…), mientras que la planta superior constituía la vivienda propiamente dicha.
MONTE PERÍMETRO DE CANENCIA 